La capital burgalesa calienta motores, o, mejor dicho, sus hornos de leña, para recibir a cuantos quieran disfrutar de uno de los manjares de la tierra: el lechazo.
Cada año el mes de mayo es especial en el litoral atlántico gaditano. Los primeros atunes se acercan a la costa en dirección al Mar Mediterráneo y los pueblos de la zona se convierten en una fiesta.