Ferrara, el sabor de la tradición
Sabores del mar y de la tierra protegidos por generaciones en una ciudad donde el encanto de un glorioso pasado se ha conservado intacto a lo largo del tiempo.
Al norte de Italia, en la región de Emilia-Romagna, existe una ciudad silenciosa, dicen que del Renacimiento, en la que uno puede imaginar que todavía vive en el pasado. Está rodeada por más de nueve kilómetros de murallas antiguas, en su mayor parte construidas en los siglos XV y XVI, y su interior es un recoveco de callejones medievales y grandes calles renacentistas en las que palacios, iglesias, plazas y casas compiten en belleza.
Pero no vamos a hablar de la Ferrara artística y monumental, que bien merece la pena. La que nos ha conquistado es la Ferrara gastronómica, célebre en su día por los banquetes que organizaba en la corte el chef Cristoforo da Messisbugo. ¿Y cómo no iba a conquistarnos? Con sus ‘cappellacci di zucca’ (raviolis con relleno de calabaza), su ‘pasticcio’ (pastel de macarrones), la ‘salama da sugo’ (tipo de embutido de carne de cerdo molida, con vino tinto, sal, pimienta negra, nuez moscada, canela, clavo y otros ingredientes secretos)… o la deliciosa ‘coppia’, el típico pan torcido con forma de mariposa creado en 1536 con ocasión de una cena ofrecida por Messer Giglio al Duque de Ferrara.
Sus productos del campo también son renombrados, especialmente la fruta y los cereales. Son sabrosos y apreciados el melocotón y la nectarina de Romaña IGP, la pera de Emilia Romaña y las manzanas, melones, fresas y sandías, que pueden combinarse en excelentes macedonias. La calabaza «violina» tiene una calidad suprema y el ajo de Voghiera y el espárrago verde han conseguido el reconocimiento de producto IGP (Identificación Geográfica Protegida).
El arroz del Delta, típico de la zona de Jolanda di Savoia, es muy conocido. En la ensenada de Goro crecen las almejas y los mejillones, protagonistas de las ferias locales. Y en las aguas salobres de los Valli di Comacchio se pesca la anguila, que luego se prepara de mil modos: en escabeche, estofada, con berza, en risotto…
Todos estos ingredientes y platos se acompañan con el vino Bosco Eliceo. Ahí sí es cuando a uno no le queda más remedio que rendirse ante la buena cocina local.
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