Podemos comerlos rellenos, asados —ideales para acompañar carnes y pescados—, en ensaladas, en croquetas… ¡hasta en gazpacho! Están tan buenos que apetecen de cualquier forma.

Desde mediados de septiembre hasta el mes de noviembre es campaña de recogida y elaboración, así que ahí hay que aprovechar. De hecho, en octubre suelen celebrarse las Jornadas de Exaltación del Piquillo de Lodosa, con degustación de pinchos y vinos, concursos tradicionales, talleres…; por supuesto, los bares y restaurantes de la localidad tienen en sus cartas menús elaborados con Piquillo de Lodosa, así que no solo disfrutarás del olor a pimientico asado, sino que podrás saborearlos si vas a Lodosa en esas fechas.

DENOMINACIÓN DE ORIGEN PROTEGIDA

El piquillo navarro es mucho piquillo, pero no todo el pimiento del piquillo está acogido a la Denominación. El de Lodosa lo está desde 1987 y eso garantiza su excelente calidad. ¿Sabes que goza de reconocimiento internacional y que figura en el Registro Europeo de Denominaciones de Origen de Productos Agrícolas?

Se trata de pimientos pequeños, de color rojo intenso, carnosos y consistentes, con un sabor dulzón nada ácido. Se pelan uno a uno sin entrar en contacto con agua —así conservan sus aceites esenciales y gracias a ellos todo su sabor— y su asado se realiza por llama directa. Además, el líquido en el que se conservan una vez envasados es el jugo del propio pimiento.

¿Dónde se cultivan? En ocho localidades del suroeste de Navarra: Lodosa —que da nombre a la Denominación—, Andosilla, Azagra, Cárcar, Lerín, Mendavia, San Adrián y Sartaguda.

Y si quiero comerlos en casa, ¿cómo identifico al auténtico Piquillo de Navarra? Debemos fijarnos que el envase lleve el logotipo de la Denominación con la etiqueta ‘Pimientos del Piquillo de Lodosa’ y una contraetiqueta numerada que proporciona el Consejo Regulador.

Una vez que los tengamos, solo queda elegir cómo saborearlos.

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