De ruta gastronómica por Europa
El tradicional fish & chips de Reino Unido, el bacalao de Portugal, el suculento goulash de Hungría… Bocados típicos de seis destinos europeos de la mano de Rumbo.
Qué gozada ahondar en las distintas culturas a través de su gastronomía. Está bien pasear por calles y avenidas, visitar museos y monumentos, hacerse fotos en lugares emblemáticos… pero cómo enriquece probar la cocina de los destinos que visitamos, sobre todo cuando nos vemos gratamente sorprendidos con platos capaces de animar el paladar.
Ocurre con uno de los clásicos de la cocina francesa: la ratatouille, una combinación de verduras que suele incluir berenjena, calabacín, pimiento, tomate, cebolla… Es un plato típico de la Provenza —particularmente de la región de Niza— y un buen ejemplo de cocina mediterránea.
El Reino Unido también depara alguna sorpresa gastronómica —no muchas, todo hay que decirlo—. Pero ¿quién no ha oído hablar de su famosísimo fish and chips? El filete de pescado rebozado al punto (idealmente bacalao) con patatas fritas crujientes es un bocado muy apetitoso, y uno de los platos más conocidos de la cocina tradicional inglesa. Fácil de encontrar en cualquier restaurante.
Si nuestro destino es Portugal, allí la estrella es el bacalao. Es tan popular que los portugueses dicen que hay 365 maneras de prepararlo, una por cada día del año. Y en eso no hay quien gane a los cocineros portugueses, verdaderos expertos en manejar este delicado, suculento y agradecido bocado que preparan en deliciosos buñuelos, bañado en salsas y de mil otras formas diferentes. Recetas para chuparse literalmente los dedos.
Por cierto, la tradición de comer bacalao les viene del s. XVI, cuando muchos portugueses embarcaban durante meses hacia las frías aguas de Terranova (Canadá) para pescar. En el viaje de vuelta, los pescadores salaban el bacalao y elaboraban platos sabrosos; sus paisanos hacían lo mismo en los pueblos costeros, donde preparaban pequeñas fiestas de bienvenida.
En Italia hay muchos platos que vale la pena probar, incluyendo las suculentas pizzas y pastas, pero en este viaje nos decantamos por los famosos risottos. Cocido al dente, meloso y con una gran variedad de sabores. Es un plato típico del norte de Italia, donde destacan el Risotto funghi secchi, el Risotto all’amarone o el Risotto de guisantes y espárragos. En Milán la mayoría de gourmets se inclinan por el famoso Risotto millanese, el más tradicional de todos.
En Suiza las experiencias gastronómicas más entretenidas giran en torno a la fondue de queso, un plato divertido e idóneo para compartir que puede hacerse sobre la base de varios tipos de queso, como Gruyère y Emmental, Gouda, Gorgonzola… perfumado con un poco de vino blanco y kirsch (destilado de cerezas). Lo curioso es que originariamente este plato no se creó para disfrutar de agradables veladas con amigos, sino para no morir de hambre durante los fríos inviernos, cuando los campesinos de las regiones montañosas no podían aprovisionarse de alimentos en las ciudades. La solución fue aprovechar los restos de leche y queso para elaborar un plato caliente, simple, sabroso y nutritivo.
Y terminamos con el goulash, el plato más conocido de la cocina tradicional húngara, rica en aromas y sabores picantes. Se trata de un estofado tradicional a base carne, verduras y especias, sobre todo pimentón. Una receta sencilla que ha conquistado a Europa central.