Volvemos a cruzar el charco. Esta vez el destino es Guatemala. De allí son la miel de hule y la miel de laurel de las que vamos a hablar.

Ya te presentamos una miel mexicana. Hoy vamos a centrarnos en dos guatemaltecas que, a pesar de tener un mismo país de origen, nada tienen que ver entre sí. Su consistencia es distinta y sus usos culinarios también.

MIEL DE HULE BEE HONEY

Procede de la costa pacífica de Guatemala, donde se cosecha —entre marzo y abril— a una altitud de entre 40 y 500 metros, y tiene la particularidad de que no se produce a partir del néctar de las flores, sino de secreciones naturales en la base de las hojas del árbol de Hule. Las abejas recogen esas secreciones y las transforman en  miel —lo que se conoce como mielatos.

La miel de hule tiene un color ámbar claro, beige, y su aroma es afrutado, con notas de fruta madura, higos y avellanas. En boca es dulce, con un toque ligeramente amargo.

Por su consistencia en crema es perfecta para acompañar carnes asadas, al horno y estofados. También va bien con dulces de horno y sobre pan tostado. 

MIEL DE LAUREL BEE HONEY

También procede de la costa pacífica de Guatemala, pero esta se cosecha en los meses de febrero y marzo. Otra diferencia con la anterior: esta sí se produce a partir del néctar de las abundantes flores del árbol del laurel.

La miel de laurel es de color amarillento, con una ligera tonalidad pardo-anaranjada. ¿A qué huele? Tiene un olor floral, afrutado, a veces con recuerdos a cuero y madera.

Su sabor es dulce, con sutiles notas ácidas.

Por su consistencia líquida marida muy bien con chutneis y pescados azules, sobre todo escabeches.

Una líquida y otra en crema. Una para carne y otra para pescado. ¿Te decantas por una o probarás las dos?

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