Trucha del Fiordo de Noruega
Piel plateada y una llamativa carne de intenso color naranja rojizo veteado. Un manjar internacional que seduce a quien lo prueba.
Apenas 60.000 toneladas. Esa es la producción anual de esta joya de los fiordos. Limitada si tenemos en cuenta que estamos hablando de un ingrediente habitual de la alta gastronomía cuya demanda llega hasta Japón.
¿Qué la hace tan especial? El hábitat único en el que se cría, que no es otro que las aguas cristalinas y puras de los fiordos de Noruega, concretamente donde las aguas marinas de los fiordos se encuentran con las aguas dulces procedentes de los ríos, las lluvias, las cascadas y los deshielos de nieves y glaciares. Es en ese medio ideal donde este pescado vive hasta superar los cinco kilos de peso.
El hecho de desarrollar su vida en aguas marinas de menor salinidad se refleja en el perfil organoléptico de esta trucha. Su brillante piel plateada envuelve una carne de sabor puro, suave, equilibrado y armónico, con la cantidad justa de grasa. Un bocado exquisito que se convierte en protagonista de todo tipo de recetas.
Sí, porque la trucha de los fiordos es perfecta para distintos tipos de elaboración. Puede utilizarse en platos crudos —tartar, tiraditos y ceviches—; en marinados, donde captura las notas aromáticas de aliños y especias con un resultado exquisito; o cocinada a baja temperatura —a la plancha, al horno, salteada, guisada, escalfada o estofada.
Y no solo resulta sabrosa, sino que además es saludable por sus importantes propiedades. Representa una interesante fuente de proteínas, es una buena aliada cardiosaludable por su contenido en ácidos grasos Omega 3 y es rica en vitaminas A, B12 y D, así como en yodo y antioxidantes.
Fotos © Mar de Noruega
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