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Con la miel en los labios (2)

Con la miel en los labios (2)

¿Te quedaste con ganas de más después de leer el primer artículo? Seguimos con la serie dedicada a la miel, esta vez con  algunas propiedades, curiosidades y notas de cata de este oro dulce.

Sabemos que hay variedades para todos los gustos y paladares, y de sobra hemos oído hablar de sus beneficiosos nutrientes para la salud (proteínas, minerales y vitaminas); además, la miel tiene, entre otras, propiedades antisépticas, antioxidantes y calmantes. Pero —en todo tiene que haber un pero—, ¿sabías que hasta en la familia de la miel hay alguna ‘ovejita negra’? No todas las mieles son tan saludables: los rododendros y azaleas producen un néctar altamente venenoso para el hombre.

Obviando ese detallito, lo cierto es que la miel siempre ha sido un producto bien valorado. Ya en la Antigüedad la consideraban un manjar digno de dioses y era apreciada entre las mujeres por sus propiedades cosméticas —algunas se bañaban en miel y leche para mejorar la tonicidad de la piel—. Pero no solo la empleaban en la cocina y como ingrediente de belleza… también recurrían a ella como ‘conservante’, concretamente para evitar que se estropeasen los cuerpos de los difuntos. Aunque parezca increíble, ¡los traslados de cuerpos humanos en la Antigüedad se hacían sumergidos en miel para evitar la descomposición! Según dicen, al propio Alejandro Magno le llevaron desde Babilonia a Macedonia embadurnadito de miel…

La miel ni estropea ni se estropea. Prueba de ello son los tarros que se conservan en el Museo de Agricultura de Dokki (Egipto): se remontan al año 140 a. C. y su contenido sigue siendo apto para el consumo.

¿Otra propiedad de la miel? Es higroscópica —absorbe la humedad—, así que si añades una pequeña cantidad a panes y pasteles conseguirás que endurezcan más lentamente.

¿Te ha picado el aguijón de la curiosidad y quieres saber más? Puedes visitar alguno de los museos de la miel o disfrutar de alguna ruta de la miel, como la Ruta de la Miel de la Alcarria (Guadalajara), cuyo recorrido coincide en gran parte con el itinerario de la famosa obra literaria Viaje a La Alcarria (Camilo José Cela).

CATAR LA MIEL

Se catan aceites, vinos, aguas… y, por qué no, también mieles. Gracias a  Bee Honey hemos conocido las 3 etapas de ese proceso de cata:

  • La vista nos permite identificar propiedades como el color, la viscosidad y el aspecto general de la miel.
  • Olfato. Acercando la nariz al envase justo en el momento de abrirlo se capta el máximo de componentes aromáticos.
  • Con la degustación se identifican sabores y texturas.

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